lunes, 20 de abril de 2009

UNIVERSIDAD: ENTRE IDEALES Y ESCOMBROS


UNIVERSIDAD: ENTRE IDEALES Y ESCOMBROS


A riesgo de ser repetitivo, continúo con el tema de la universidad no solo por su trascendencia sino porque creo que lo amerita la actual situación, por el momento en relativa calma. Observando una entrevista televisiva, escuché al nuevo Presidente de la Asamblea Nacional de Rectores, rector de la Universidad Ricardo Palma que –al referirse a los lamentables acontecimientos en las universidades nacionales de Trujillo, Puno y la UNI- definió a la universidad como “el hogar de la razón y la inteligencia de un país”.

¿Esa es la novedad, dirán ustedes? ¿No es acaso obvio? Mas, en las actuales circunstancias parecería que sí. Para el Perú de hoy, esta esperanzada afirmación llega a constituir una novedad. Porque de ser un centro de estudios superiores y de investigación, la universidad ha pasado a ser un centro de pugnas por el poder. Han vuelto por sus fueros los tergiversadores del concepto de universidad –de una y otra facción- que la dirigen a una politización absolutamente negativa, retornando la ideologización y la intolerancia a esta institución clave.

Volviendo a la idea de universidad como “el hogar de la razón y la inteligencia de un país”, ¿qué entiende la sociedad y, sobre todo, qué entienden los que están dentro del entorno académico universitario, por esos conceptos?

Por supuesto que hay diversas percepciones que la intelectualidad universitaria tiene al respecto. Algunos proponen la separación entre universidad e intervención en la política, enfatizando la libertad de análisis académico frente a las circunstancias sociales y al estado. En ciertas universidades privadas se han formado círculos de estudiantes neoliberales, que mantienen el sueño de una tecnocracia independiente de la política. Otra concepción –que no se da solo en las universidades públicas- propone una intervención activa en la política nacional. El problema radica en la forma como la universidad decida intervenir y en el propio contexto político interno de la institución.

En el Tercer Mundo, los intelectuales optaron por intervenir directa o indirectamente en la reestructuración de la sociedad. Pero al asumir esta responsabilidad política, tropezaron con que la estructura de la sociedad en que viven, las tradiciones culturales arraigadas en sus pueblos, se contraponen a su propia visión de intelectuales de este tiempo.

Un ejemplo lo constituyen los intelectuales de izquierda que llegaron a acceder a un ámbito de poder durante el reformismo militar seudosocialista entre 1968-1978, creyendo encontrar en él una solución a los problemas del desarrollo nacional. Sin embargo, las reformas planteadas entonces nunca sintonizaron con el pueblo. Siempre estuvieron disociadas de la realidad. Y es que cuando un grupo intelectual o tecnócrata logra acceder al poder, se convierte –tarde o temprano- en una minoría dominante que busca orientar la vida social desde su propia concepción del mundo, la cual puede no responder a las auténticas necesidades y expectativas del grupo social.

Los posteriores gobiernos democráticos debieron enfrentar al terrorismo. Al respecto hay que recordar que Sendero Luminoso se gestó como un producto universitario en Huamanga. Intelectuales universitarios que decidieron que si la sociedad no es como ellos plantean que debe ser, se la debe obligar por la violencia, justificación ideológica del terrorismo.

Después de un período autoritario que trajo consigo una corrupción extendida al estupor, tuvimos -entre fines del 2000 hasta Julio del 2001- una primavera democrática y creímos en una ilusión de futuro. Pero solo fue eso…una ilusión. No contábamos con nosotros mismos. Después de toda la tragedia de las décadas pasadas, aún no acabamos de entender nuestra desesperada necesidad de consenso. Por el contrario, seguimos, alegremente, apostando al individualismo de los intereses creados. Un escepticismo generalizado conduce a la sociedad peruana a una permanente rencilla, encono, desconfianza que llegan a sumir un tomo de espectáculo sórdido.

Así, pese a todo lo que el estado pueda llegar a lograr, las tremendas demandas sociales opacan toda labor.



Hay un verso de Vallejo que describe lo que hoy ocurre en el país: “Es una araña enorme a quien impide el abdomen seguir a la cabeza… ¡Y me ha dado qué pena esa viajera! Es decir, los sueños de nuestros líderes chocan contra una realidad social desesperante.


Pero no hay otra posibilidad que seguir adelante. Frente a esta situación, la comunidad intuye que la misión de la institución universitaria es ser rectora de un liderazgo social; tiene el deber de proponer alternativas de solución; debe intentar marcar un camino. Pero ¿qué hacen las universidades mencionadas en crisis? ¿Qué ambiente domina en otras de nuestras universidades que se encuentran al borde del abismo? Pues simplemente enrumban por la senda que traza el enrarecido ambiente social y político. Toman las banderas de la lucha por el poder con actitudes de violencia y radicalismo, quedando ocultos los valores de la tolerancia, el juicio y la democracia.

Entre tanto, la sociedad observa los acontecimientos con asombro, reforzando una generalizada percepción sobre el fracaso de la institución universitaria como ente formador de hombres libres y responsables tanto hacia sí mismos como hacia su entorno físico y social.

Después de una etapa de silencio universitario, el movimiento estudiantil retornó en los últimos años de la década pasada, luchando contra el régimen en gloriosas e idealistas jornadas. Hoy, dentro de un sistema democrático con todas sus implicancias, la comunidad siente que el movimiento estudiantil ha confundido su accionar. Y en este proceso, les acompañan grupos de docentes que los encaminan en esa ruta ambigua.

Asombrada, la comunidad se pregunta ¿Esos son los universitarios? El presidente de la ANR afirmó que la universidad es “el hogar de la razón y la inteligencia de un país”. Sí, es una romántica verdad. Pero la realidad nos señala otra cosa. ¿Esos estudiantes y docentes violentistas –de uno y otro lado- pertenecen a dicho hogar? En todo caso, se trataría de productos de un hogar esencialmente irresponsable. ¿Son ellos los líderes de hoy y del futuro? Continúa pues nuestra primera casa de estudios en un peligroso e incierto vaivén.

Por supuesto, el entrevistador preguntó al presidente de la ANR el porqué de la dilación para la solución de los problemas; qué acciones se estaban tomando para “apagar el incendio” Al escuchar estas palabras, sentí que eran totalmente indicativas de nuestra vida nacional: los peruanos caminamos entre los escombros de incendios que surgen por doquier.

Pero no todo puede ser esa percepción oscura y desolada que hace desaparecer lo que laboriosamente se construye en silencio Es emocionante descubrir como dentro de esos escombros universitarios, todavía hay quienes continúan construyendo conocimiento y forjando esperanzas. A ellos es a quien debe pertenecer el futuro.

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