lunes, 20 de abril de 2009

EL ANTIGUO NUEVO ENFOQUE EDUCATIVO:



Analizando temas que tengan relación con la actualidad, me di cuenta que se conmemoran los 1750 años del nacimiento de San Agustín, padre de la iglesia. Ustedes dirán ¿cómo es que algo tan distante en el tiempo puede ser actual? Y sin embargo es así, puesto que los clásicos tienen la cualidad única de siempre parecer nuevos para cada momento de la historia. En el caso de San Agustín, al lado de su grandeza filosófica que lo convierte en hito del pensamiento occidental, se unen sus planteamientos relacionados con la educación, los cuales no son sino el preludio de lo que hoy llamamos el “nuevo enfoque educativo”.

Hoy se ha hecho común el uso de ese término: el “nuevo enfoque educativo”. El enfoque centrado en el alumno. El enfoque de la actividad y cooperación. En las décadas del 60 y 70 le llamábamos “trabajo en equipo”. Hoy, se prefiere decir “aprendizaje colaborativo”. En estos días existe una especie de rechazo para usar el término “enseñanza” ¿Enseñanza? ¡No por favor! claman los fundamentalistas de la educación contemporánea, que los hay. Para ellos, no puede hablarse de enseñanza sino solo de aprendizaje. No se trata de “enseñar” sino de conseguir que el estudiante “aprenda” por sí mismo.

El nuevo enfoque educativo sostiene así que el individuo “construye su propio aprendizaje”, con el profesor como “facilitador”; es decir orientador de ese proceso. En 1954, el psicólogo norteamericano Carl Rogers señaló: “Nadie puede enseñar nada a nadie directamente. Solamente se puede facilitar el aprendizaje”. Tal es el lema primordial de la tesis constructivista y del humanismo educacional.

Mas ¿es una idea realmente nueva? ¿No fue acaso planteada por Sócrates a fines del s. V a. C. cuando afirmaba que él solo hacía de “partera” de las ideas que se encontraban ya en sus discípulos? Este punto de partida, desarrollado luego por Platón, fue reelaborado en el texto “De Magistro”, escrito por San Agustín en 393 d. C. La obra –un diálogo que el santo sostiene con su hijo Adeodato- expone principios educativos que nos dan una increíble sensación de contemporaneidad. Se trata, en esencia, del famoso “nuevo enfoque educativo”

Para San Agustín nunca se podrá aprender si el maestro solamente habla sin que el alumno tenga una idea concreta o una experiencia de lo que se le intenta transmitir. Afirma que una enseñanza que solo se basa en palabras únicamente transmite palabras y no implica ningún verdadero aprendizaje. En todo caso, estas palabras –como signos que encierran conceptos- nos sirven para hacernos recordar, advertir, indicar, llamar la atención, incitar a buscar. Es decir, sirven para despertar los pensamientos que ya están dentro de nosotros, pero no tendrán un impacto real si a su vez el profesor, paralelamente, no presenta a los sentidos, la sensibilidad y la inteligencia del alumno, lo que este desea conocer.

El verdadero aprendizaje proviene pues de la experiencia directa. Es solo así que podrá realmente llegar a interesarse al estudiante para aprender: presentándole o haciéndole vivir algo que le conduzca a la búsqueda de la verdad sensible o de la verdad interior. Tanto si se trata del mundo concreto como del espiritual, el alumno debe cuestionarse esa verdad para llegar a descubrirla. Esta, no se encuentra sino en sí mismo. Claro que San Agustín considera que el descubrimiento de toda verdad se debe a la acción de Cristo, Es él, el Maestro a fin de cuentas y gracias a su acción es que se produce en el alumno lo que denomina “iluminación”. Según el santo, el proceso educativo sigue el siguiente camino: Primero actúa Cristo, quien es quien conduce hacia el conocimiento, el amor y el bien. Luego viene el alumno que es sujeto activo de su propio aprendizaje. Finalmente, aquel que hace las veces de maestro y cuya única tarea debe ser interesar al alumno a descubrir la. verdad.

Es curioso cómo este padre de la iglesia, en verdad, coloca los fundamentos de lo que posteriormente sería la investigación. Despojando a su ideología del ropaje católico y ubicando los principios esenciales de las ideas del santo ya dentro del ámbito de la realidad, lo que se señala es el derecho del hombre a ser él mismo por sí mismo y desde allí todo el carácter de descubrimiento individual y aún el sentido científico que singularizará al Occidente desde el Renacimiento.

Puede argumentarse que San Agustín, como exponente máximo del idealismo teológico católico, prioriza la búsqueda espiritual. En todo caso, ¡qué maravillosa teología es aquella que, para sustentarse, primero explica el proceso del aprendizaje como un hecho de autoformación, principio tan en boga en nuestros días! Nada ha variado pues, en esencia. Ha cambiado la cultura, es verdad, pero la idea primordial del aprendizaje individual permanece incólume.

En el s. XVI, el español Juan Luis Vives remarcó la importancia del método inductivo –la experiencia como fundamento del conocimiento- para un real aprendizaje, enfatizando que la educación tiene un carácter social y el hecho indispensable de conocer las aptitudes de los educandos para que los docentes tomen las acciones oportunas.

La reforma metodológica del siglo XVII continuó esas pautas, ya en forma científica, inventando la didáctica como disciplina especial. En Inglaterra, Locke propuso la necesidad de una autoformación y un autocontrol como principios educacionales para el desarrollo social, siempre en base a la propia experiencia. En el siglo XVIII, Rousseau rechazó el sistema tradicional y señaló que la educación debe estar centrada en el niño, Para él, es falso cualquier proceso educativo que tenga lugar fuera de la propia acción del individuo. El niño y el joven deben aprender por sí mismos, conforme a la naturaleza y a la libertad. Le siguió Pestalozzi y su método “intuitivo”: el fin de la educación no es transmitir conocimientos sino desarrollar la inteligencia y la personalidad, de acuerdo al amor y los grandes valores. Afirma así -como lo hizo San Agustín- que el hombre es hechura de sí mismo,

Después, Herbart imaginó la teoría del interés múltiple en la motivación pedagógica, idea también diseñada por San Agustín: se aprende lo que es significativo para cada uno. Froebel remarcó la trascendencia del aprendizaje temprano y creó los jardines de infancia. A principios de siglo pasado vino la revolución de la Escuela Nueva: el aprendizaje activo, el principio de “aprender haciendo” de John Dewey; los experimentos de Montessori y Decroly, el método de proyectos, el método de problemas, la escuela del trabajo según Freinet, el rechazo de Freire a una “educación bancaria”, que solo forma archivos de conocimientos sin sentido crítico. Mas ya San Agustín lo había señalado: las palabras solo enseñan palabras, la educación memorística es inútil y antiformativa. Y la línea se continúa: Piaget y el constructivismo; el humanismo educativo de Rogers; la individualización de la instrucción, el aprendizaje cooperativo…

Es pues extraordinario lo antiguo que es el supuesto “nuevo enfoque educativo”. Porque es tan antiguo como la civilización occidental. Y resulta desesperanzador que muy pocas veces se haya intentado poner en práctica estos grandes ideales. Quizás lo nuevo ahora sea la intención de trabajar hacia el alumno pero desde el alumno, de acuerdo a nuestro tiempo y adecuada al sentido de transformación tecnológica

¿Y en nuestro país? Los procesos de reforma educativa se ahogan en palabras, los docentes pierden el sentido de su acción, la comunidad mira escéptica todo cambio porque va perdiendo la fe. Es por eso que he creído necesario volver la mirada a quien puso los hitos fundamentales de nuestro pensamiento educativo actual. San Agustín es representante de una fe apasionada en el hombre como ser capaz de transformarse a sí mismo. Esta pasión y esta fe son valores que nunca los docentes debemos olvidar.

ALFREDO ALEGRÍA ALEGRÍA

2 comentarios:

  1. Según el nuevo enfoque educativo se ah hecho muy común emplear este termino en la enseñanza del alumnado que requiere del trabajo en cooperación, trabajo en equipo o aprendizaje cooperativo en otros términos la enseñanza por parte del profesor hacia el alumno, requiere el esfuerzo de aprendizaje directo del mismo alumno empleando para ello el trabajo grupal o electivo

    El alumno nunca podrá aprender si solamente se basa en escuchar al profesor sin investigar en forma directa lo estudiado

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  2. Los profesores que se desempeñan en universidades es de actual importancia a nivel mundial ya que el profesor cuando enseña se relaciona con lo que piensa y de ahí se origina el conocimiento, es importante el valor de esto al momento de decidir qué enseñar, cómo hacerlo, con cuales medios y como evaluar el aprendizaje verdadero y hacer estas practicas en el aula. El profesor debe ser el orientador de aprendizaje en el estudiante creando en el alumno nuevos descubrimientos y conocimientos. Algo que no debemos olvidar ahora es que en el proceso de aprendizaje se integre al estudiante como el protagonista beneficiario del mismo, enriqueciéndose mutuamente tanto el profesor como el alumno.
    Si el docente educativo cambia para una mejora, el proceso pedagógico también cambia y con ello los métodos, las técnicas, el sistema de evaluación y por supuesto los medios más eficaces que nos van a permitir aprovechar nuestro tiempo y la labor educativa, usando acertadamente de la tecnología en el ámbito educativo.

    Jenny Teresa Chang
    tereccjen@hotmail.com

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